La relación entre microbiota intestinal y cáncer sigue revelando claves decisivas para mejorar la eficacia de los tratamientos oncológicos. A continuación analizaremos un estudio reciente que demuestra cómo las bacterias intestinales productoras de vitamina K2 pueden modular la respuesta del organismo a la quimioterapia.
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La microbiota como aliada
Durante años, la oncología ha centrado su atención en destruir las células tumorales. Sin embargo, un nuevo aliado ha entrado en escena: el intestino y sus habitantes, billones de bacterias y levaduras.
Estas comunidades microbianas, conocidas como microbiota intestinal, no solo influyen en la digestión o en el sistema inmunitario, sino también en la manera en que nuestro cuerpo responde a los medicamentos, incluidos los tratamientos contra el cáncer.
Un reciente estudio publicado en la revista científica mBio acaba de ofrecer un descubrimiento muy prometedor: la vitamina K2 —producida por ciertas bacterias intestinales— podría proteger al organismo de los efectos secundarios de la quimioterapia. Este hallazgo abre una nueva vía para mejorar la tolerancia a los tratamientos y, en el futuro, personalizarlos según el perfil intestinal de cada paciente.
El intestino se adapta a la quimioterapia
El equipo liderado por Peter Turnbaugh (Universidad de California, San Francisco) estudió a 56 personas con cáncer colorrectal avanzado tratadas con capecitabina, uno de los fármacos más utilizados en quimioterapia oral. Aunque es eficaz, este medicamento puede causar una toxicidad importante, sobre todo a nivel digestivo y neurológico, lo que obliga a muchos pacientes a reducir la dosis o suspender el tratamiento.
Los investigadores analizaron muestras de heces de los pacientes antes, durante y después del tratamiento, utilizando técnicas de secuenciación, que permiten conocer qué bacterias viven en el intestino y qué funciones metabólicas realizan. El resultado fue sorprendente ya que tras varios ciclos de capecitabina, la microbiota intestinal cambió de forma significativa.
Entre los cambios más notables, se observó un aumento de bacterias con capacidad para producir vitamina K2 —también llamada menaquinona—, un nutriente esencial que cumple funciones antioxidantes, antiinflamatorias y protectoras celulares.
La vitamina K2 es esencial
Los análisis demostraron que estas bacterias —principalmente del género Escherichia— activan genes implicados en la síntesis de vitamina K2 como mecanismo de defensa frente al estrés químico causado por la quimioterapia. En otras palabras, las bacterias se adaptan para sobrevivir al fármaco, y al hacerlo, también producen compuestos beneficiosos para el organismo.
Además, los pacientes con mayores niveles de bacterias productoras de vitamina K2 presentaban menos efectos secundarios neurológicos, como la neuropatía periférica —hormigueo o pérdida de sensibilidad en manos y pies—, uno de los síntomas más limitantes del tratamiento.
En modelos experimentales de laboratorio, la vitamina K2 incluso rescató el crecimiento bacteriano dañado por la exposición al fármaco y redujo el daño a las células intestinales humanas. Estos resultados sugieren que el equilibrio de la microbiota puede determinar cómo una persona tolera la quimioterapia, y que potenciar la síntesis microbiana de vitamina K2 podría ser una nueva estrategia terapéutica.
Personalización de terapias con microbiota
Algunas bacterias parecen actuar como aliadas del cuerpo, modulando la respuesta al fármaco y reduciendo el daño colateral. Si aprendemos a identificar y potenciar esas bacterias protectoras, podríamos disminuir la toxicidad de los tratamientos sin reducir su eficacia antitumoral.
Los investigadores destacan que estos resultados abren el camino a terapias basadas en la microbiota intestinal, capaces de prevenir o reducir la toxicidad de los tratamientos. Entre las posibles aplicaciones se incluyen:
- Probióticos de nueva generación, diseñados para producir compuestos protectores como la vitamina K2.
- Trasplante de microbiota fecal (TMF) o terapias derivadas, ya exploradas en otros campos como la inmunoterapia.
- Modelos predictivos personalizados, que ayuden a adaptar el tipo o la dosis de quimioterapia según la microbiota de cada paciente.
En un futuro no tan lejano, el análisis de la microbiota y el microbioma —es decir, la genética y los productos producidos por la microbiota— podría formar parte rutinaria del seguimiento oncológico, igual que hoy se monitorizan parámetros sanguíneos o genéticos.
Una nueva forma de entender la salud
Lo que este estudio nos recuerda es que nuestra salud no depende solo de nuestra genética sino que también depende de nuestra alimentación y de la simbiosis que generamos con los millones de microorganismos que conviven con nosotros.
Cuidar la microbiota no es una moda, es un componente esencial del equilibrio inmunitario, metabólico y, ahora sabemos que también de la tolerancia a fármacos y tratamientos tan complejos como la quimioterapia.
La relación entre vitamina K2, microbiota intestinal y cáncer es un ejemplo de cómo la ciencia sigue redibujando los límites entre nutrición, farmacología y medicina personalizada. Y aunque aún faltan ensayos clínicos que confirmen los mecanismos exactos, el mensaje es claro: una microbiota sana puede ser una aliada poderosa en la lucha contra el cáncer.
“El futuro de la medicina no solo está en los fármacos que tomamos, sino también en los microorganismos que nos acompañan.”
Bibliografía.
- Hillege LE, Trepka KR, Guthrie BGH, Fu X, Aarnoutse R, Paymar MR, Olson C, Zhang C, Ortega E, Ramirez L, de Vos-Geelen J, Valkenburg-van Iersel L, van Hellemond IEG, Baars A, Vestjens JHMJ, Penders J, Deutschbauer A, Atreya CE, Kidder WA, Smidt ML, Ziemons J, Turnbaugh PJ.2025. Microbial vitamin biosynthesis links gut microbiota dynamics to chemotherapy toxicity. mBio16:e00930-25. https://doi.org/10.1128/mbio.00930-25